Servicios de aborto seguro en Nepal

Breve videografia de la situación del aborto legal en Nepal, un país asiático a 20 horas de distancia de Colombia pero con un aspecto en común, el aborto fue legalizado hace más de una década pero aún mueren mujeres por abortos inseguros que se dan en condiciones clandestinos.

En Nepal, el aborto fue legalizado en 2002, pero solo el 38% de las mujeres son conscientes de esto.

Cada mujer tiene el derecho de acceder a servicios de salud, incluyendo servicios de aborto seguro y de calidad.

Aun cuando se tumban las barreras legales, la falta de implementación y el estigma social pueden dificultar el acceso.

Es por esto que aun hoy día el 7% de las muertes maternas en Nepal son debidas al aborto inseguro.

El gobierno debe trabajar con la sociedad civil para incrementar el acceso a servicios de aborto seguro, y desarrollar e implementar estrategias de largo plazo que aseguren una consejería efectiva.

Implementemos leyes de aborto tan generosas como estan en el papel.

Conviértete en un aliado, sé parte del cambio que estamos buscando.

Este es un video producido por el Centro por los Derechos Reproductivos para la campaña “Salud Sexual y Reproductiva para todos”.  Para saber más visita www.srhrforall.com

Claves para hablar de sexualidad con adolescentes

Claves para hablar de sexualidad con adolescentes

Por: Erika Marín Tarazona*

Las decisiones sexuales y reproductivas transforman la vida de las personas. Es importante hablar de sexualidad con adolescentes porque entre más pronto se cuenta con herramientas cognitivas, emocionales y sociales para su ejercicio, mayor desarrollo del potencial humano.

 

Problemáticas como la epidemia de VIH, el embarazo no deseado entre otras, señalan la necesidad de hablar de sexualidad con adolescentes y fortalecer la capacidad de que tienen para disminuir riesgos, y a la vez, ganar autonomía y responsabilidad, sin sacrificar el disfrute o el bienestar personal. Esta necesidad se evidencia en las dificultades de las familias para tratar aspectos relacionados con la sexualidad, es sentida por los profesionales que trabajan con esta población, y es parte de los desafíos que enfrentan las instituciones en materia de políticas públicas.

 

Educar para la sexualidad supone un encuentro entre dos o más personas que se aproximan cada una con sus subjetividades, su historia de vida e ideas preconcebidas. De esta manera, quienes eduquen para la sexualidad deben tener varias claridades al introducirse en este campo: cómo ven su propia sexualidad y cómo se relacionan con las demás personas; desde qué línea conceptual comprenden la sexualidad, la adolescencia y la educación; qué aspectos de sus vidas pueden interferir en la labor profesional y cuál es la intención con la que dirigen los procesos de intervención. A continuación, algunas reflexiones al respecto:

 

 ¿Cómo relacionarse con las demás personas?

Para hablar de sexualidad con adolescentes es importante que quienes asuman esta labor conciban a las demás personas sexuadas, portadoras de conocimiento, con capacidad de respuesta y decisión,  con derechos sexuales, reproductivos y humanos, en continuo proceso de aprendizaje y desarrollo. Las personas jóvenes y adolescentes, pese a que, en algunos casos,  dependen legalmente de la tutoría de los adultos, se enfrentan en la cotidianidad a situaciones que les implica la toma de decisiones en las que sólo ellas tienen injerencia, incluyendo las relacionadas con la sexualidad.

Resulta clave acercarse a los grupos de adolescentes reconociendo su integridad, con respeto y cuidado, así como con derecho a recibir una orientación clara, completa y científica respecto a su sexualidad. Esto requiere un lenguaje incluyente, que evite los sesgos y sea comprensible. Además, resulta fundamental escuchar y estar atento a sus necesidades.

¿Y la sexualidad?

En concordancia con lo anterior, quien asuma el rol educativo debe comprender la sexualidad desde una perspectiva de desarrollo humano, de esta manera, se relaciona con factores como la cultura, la familia, el ambiente social, político y económico en el que viven los adolescentes (1). Teniendo en cuenta esto, se entiende que no hay una única forma de comprender, sentir y experimentar la sexualidad, sino tantas como personas hay.

¿Y cómo se educa para la sexualidad?

Sumado a que jóvenes y adolescentes son personas competentes y que la sexualidad es un aspecto integral de su humanidad, la educación debe ser concebida como un espacio de inclusión, participación y liberación en el que cada quien desarrolla sus potencialidades. Se educa mediante la promoción y el cuidado de la salud, con formas que sean comprensibles para cada persona. Para el caso de la adolescencia, se pueden vincular diversos medios de aprendizaje: el acompañamiento, la escucha, el juego, las tecnologías de la información, las asesorías personales, la divulgación de información con base científica, las salidas de campo, entre otras formas. Y así, diversos son los espacios propicios y válidos para la educación, es posible aprovechar las consultas médicas, la escuela, los encuentros dados en el marco de programas y proyectos específicos en sexualidad, las escuelas culturales o deportivas y la familia, entre otros.

La educación para la sexualidad se puede abordar desde los ámbitos individual, familiar, grupal o comunitario. En cada uno de estos se deben crear alternativas que promuevan la confianza y la confidencialidad, dando respuesta a las necesidades específicas de las personas en cuestión.  De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, en su propuesta de consejería para jóvenes en el área de la salud sexual y reproductiva, la orientación se entiende como un encuentro en donde el proveedor actúa como facilitador de cambios de comportamiento, ayudando al joven a resolver un problema en una atmósfera comprensiva (2). Así mismo, los Servicios de Salud Amigables para Adolescentes y Jóvenes propuesto en Colombia por el Ministerio de Protección Social se orientan a brindar herramientas para que la población adolescente resuelva sus necesidades en materia de salud sexual y reproductiva, mediante el acceso a servicios de salud en un marco de altos estándares de calidad (3).

La importancia de los modelos educativos o de crianza sobre los que se constituye la adolescencia radica en que resultan decisivos para su desarrollo como sujetos. Una crianza basada en el análisis crítico, la comunicación, la posibilidad de elegir y la valoración propia, entre otras características, seguramente estará reflejada en una fuerte capacidad de las personas para negociar y decidir en el ámbito de la sexualidad. Shutt y Maddaleno plantean que “la educación y las habilidades conllevan un aumento en el poder y control… lo que permite a los jóvenes tomar decisiones que generan resultados más saludables”(4). Por el contrario, un esquema fundamentado en la represión, sumisión y más aún el maltrato o el abuso, pueden lacerar significativamente las competencias de las personas.

Además de los aspectos que se han enunciado, se hace fundamental que las personas interesadas en constituirse como agentes educativos se preparen para este trabajo; formar requiere de un amplio manejo de conceptos relacionados con la salud sexual, tales como derechos, erotismo, enamoramiento, elección de pareja, género, diversidad sexual, masturbación, genitalidad, fecundidad, afecto, manejo de crisis, entre otros temas de interés para la población adolescente. Así mimo, requiere la permanente revisión del propio esquema, es decir, ubicar cómo individualmente se comprende, siente y experimenta la sexualidad, para  mantener una posición neutral, evitando los prejuicios al momento de una orientación personalizada o en el manejo de una sesión grupal.

¿Cuál es el horizonte de la formación para la sexualidad?

Educar para la sexualidad es un proceso intencionado. Por eso debe tener un foco, un objetivo que se quiere alcanzar y una ética. De esta manera, se educa para la sexualidad de diversas maneras, las religiones, las familias, los medios de comunicación, las instituciones de salud, entre otros, son referentes en salud sexual, con su propia versión de lo que debería ser y de cómo ejercer la sexualidad. En este sentido es fundamental promover una perspectiva de derechos, desde la cual se considera que los procesos de formación deben estar orientados a superar los tabúes que pesan sobre la sexualidad, además deben enfocarse a que las personas sean expertas de sí mismas, identifiquen y manejen sus emociones y posean herramientas para tomar decisiones.

Se concluye que quienes decidan constituirse en referentes en salud sexual y reproductiva, deben tener apertura a las personas que quieran confiar sus inquietudes y problemas de la vida, sin dejarse influenciar por los prejuicios. Además, deben tener claro que su trabajo consiste en acompañar a las personas en su proceso de aprendizaje, para lo cual es necesario revisar el propio esquema de valores y actitudes, esto inclusive puede implicar algunas veces cuestionar los principios o políticas de las instituciones en las que se labora.

Por último, se propone que los procesos  de  educación para la sexualidad deben manejar un componente de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, de manera que faciliten prácticas de cuidado y protección. Los profesionales que atiendan estos servicios deben recibir capacitación enfocada a comprender especialmente las características y las necesidades de la población adolescente y conocimiento de la infraestructura de servicios para remitir cuando estas necesidades rebasen sus roles como educadores.

 

Referencia bibliográficas

1. Shutt-Aine, Jessie., Maddaleno, Matilde. Salud sexual y desarrollo de adolescentes y jóvenes en las Américas: Implicaciones en programas y políticas. Organización Panamericana de la Salud, 2003. Pág. 72.
2. Organización Panamericana de la Salud. Consejería orientada en los jóvenes para prevenir VIH/ITS y para promover la salud sexual y reproductiva: Una guía para proveedores de primera línea. Washington D.C. 2005. Pág. 184.
3. Ministerio de la Protección Social. Servicios de Salud Amigables para Adolescentes y Jóvenes. Un modelo para adecuar las respuestas de los servicios de salud a las necesidades de adolescentes y jóvenes de Colombia. Bogotá. 2008.
4. Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Editorial Siglo XXI. 2005.

 

 

*Trabajadora Social – Universidad Nacional de Colombia
Candidata a Magister en Salud Sexual y Reproductiva – Universidad El Bosque

 

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© Fundación Oriéntame – 2016

¿Qué hago si estoy embarazada y no lo puedo tener?

¿Qué hago si estoy embarazada y no lo puedo tener?

Dos rayitas en la ventana de la prueba de embarazo pueden ser una noticia feliz o desafortunada, esto varía para cada mujer según sus deseos, proyectos y las circunstancias que le rodean.

 

 El 52% de los embarazos que se producen en el país son no deseados.

 

 

¿Por qué ocurre un embarazo no deseado?

Uso irregular de métodos anticonceptivos o falla del método: hay métodos que dependen de la disciplina en el uso periódico como las píldoras para tomar todos los días, la inyección de aplicación mensual o trimestral; entre tanto no hay métodos 100% infalibles, todos tienen pequeños márgenes de falla.

 

Violencia sexual: entre el 5 y el 30 por ciento de las violaciones terminan en embarazo no deseado, esto es alarmante si se tiene en cuenta que en Colombia cada 29 minutos una mujer es víctima de violencia (informe Sisma Mujer). Muchas mujeres víctimas de violencia sexual no quieren vivir con ese recuerdo presente a través de un hijo, o tener que explicarle que su llegada al mundo no fue el resultado del deseo de su madre o del anhelo de una pareja que alguna vez se amó, sino la consecuencia de un acto sexual abusivo.

 

Relaciones sexuales sin protección: según las estadísticas en Colombia, la diferencia entre el número de hijos que las mujeres desean tener y el número de hijos que tienen es de 2.1, es decir que en promedio las mujeres tienen un hijo más de lo deseado.

 

Intención de mejorar relaciones de pareja: en algunas ocasiones las mujeres anhelan resolver conflictos de pareja con la llegada de un hijo(a), pero al compartir la noticia con su pareja; en algunos casos en vez de fortalecer la relación, ellos reaccionan con rechazo o abandono.

 

Probar la capacidad para tener hijos: a nuestras clínicas llegan a diario mujeres que dudando de su fertilidad no usaban protección anticonceptiva en sus relaciones sexuales, pero cuando se ven sorprendidas por un embarazo no deseado pueden considerar que no se encuentran en las condiciones para tener un hijo(a).

 

Se estima que el 44% de los embarazos no planeados terminan en aborto inducido, pero solo el 0,08% de los abortos se realizan en forma legal.

 

El aborto en sitios clandestinos o mediante Misoprostol (también conocido como Cytotec® o Cityl®) sin acompañamiento médico se mantiene como una práctica recurrente entre las mujeres que viviendo un embarazo no deseado deciden interrumpirlo.

 

El aborto es legal solo en el 30 % de los países, y de ellos solo el 15% son países en desarrollo.

 
 

En muchos países, las mujeres no tienen acceso a servicios de aborto seguro, incluso en países donde hay disponibles servicios legales; esto hace que a diario muchas mujeres que lo requieren no puedan recibir servicios de aborto. Sin embargo, aunque la legalidad es necesaria no siempre es garantía de que las mujeres que así lo soliciten logren acceder a los servicios.

Las razones varían entre factores como:

    • Acudir al servicio de salud cuando ya está muy avanzado el embarazo
    • Desconocimiento, por parte de las mujeres o de los proveedores, sobre las leyes sobre el aborto
    • Presión de pareja u otros familiares
    • Señalamiento, estigma social o autocensura
    • Dificultad para hallar un proveedor confiable
    • Lejanía de los servicios de salud

En el video En sus propias palabras mujeres de Nepal, Sudáfrica, Túnez y Colombia que no lograron acceder a servicios de aborto legal y seguro; nos cuentan lo que para ellas representaron las barreras a pesar de vivir en contextos donde el aborto legal está disponible.

Estas y otras historias fueron revisadas dentro del estudio Global Turnaway de 2015 realizado por el grupo para el avance de nuevos estándares en salud reproductiva de la Universidad de California San Francisco (ANSIRH, por sus siglas en Inglés).

En Colombia, desde 2006 las mujeres pueden solicitar la interrupción legal y voluntaria de embarazo en tres circunstancias: 

  1. 1. Por estar embarazada su estado de completo bienestar social, mental o físico está en riesgo.
  2. 2. El embarazo es consecuencia de una violación, incesto o inseminación artificial no consentida.
  3. 3. Cuando se ha diagnosticado malformación fetal que haga inviable su vida fuera del útero.

Si te encuentras en una de estas situaciones no dudes en consultar cuanto antes y recibir asesoría sobre tu situación, infórmate más llamando al 01 8000 182 182 o si no estás en Colombia en comunícate vía chat.

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En sus propias palabras

Testimonios de mujeres en Nepal, Sudáfrica, Túnez y Colombia que no lograron acceder a servicios de aborto legal y seguro; nos conectan con lo que para ellas representaron estas barreras a pesar de vivir en contextos donde el aborto legal está disponible.

Estas y otras historias fueron revisadas dentro del estudio Global Turnaway de 2015 realizado por el programa para el Avance de Nuevos Estándares en Salud Reproductiva de la Universidad de California San Francisco (ANSIRH, por sus siglas en Inglés).

Soy mujer, soy líder comunitaria

Líderes comunitarias por los derechos reproductivos de barrios populares de Bogotá, Soacha y Pereira hablan de su experiencia informando y asesorando a su comunidad en la prevención de embarazos no deseados, acceso a anticonceptivos modernos y servicios seguros de interrupción voluntaria del embarazo.

 

Con testimonios de:

María Amparo Ruíz
Angie Carolina Castillo
Belkis Velásquez
Diana López
Deicy Castro
Elsy Cárdenas
Marcela Santos
María Isaza
Maryuri Almeida
Sandra Abril

 

El video Soy mujer, soy líder comunitaria, que cuenta las historias de líderes comunitarias por los derechos reproductivos, fue producido por Cristina Gutiérrez para la Fundación Oriéntame y cofinanciado por Westwind Foundation.

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