Copa menstrual, un brindis por la equidad de género

Copa menstrual, un brindis por la equidad de género

La menstruación no tiene cuarentena

No son pocas las mujeres que durante la emergencia sanitaria se han visto en apuros para tener acceso a elementos de higiene menstrual, y no se trata solo de un problema de desabastecimiento, los recursos económicos de gran parte de la población se han reducido y de forma severa en sectores informales, por ejemplo vendedoras ambulantes, manicuristas, trabajadoras independientes que aún no se les permite reiniciar sus actividades, y la lista continúa.

Bajo estas circunstancias las desigualdades sociales no solo se hacen más visibles sino que se incrementan. El presupuesto para la mínima subsistencia no siempre permite incluir toallas higiénicas y mucho menos tampones, pero la menstruación no tiene cuarentena; las mujeres siguen menstruando, los ciclos se alteran, se retrasan, presentan sangrados irregulares que duran más de lo esperado o aparecen más de una vez al mes. Es un drama silencioso que acompaña a un gran número de mujeres porque la menstruación sigue siendo un tema sobre el que se prefiere no hablar, no es una prioridad para nadie más allá de quien la vive.

 Si estás menstruando vete a tu casa

Según UNICEF el 20% de las niñas del Pacífico colombiano consideran la sangre menstrual como sucia, además, en la mayoría de los casos no cuentan con los recursos para hacer un manejo higiénico de ella.

Entretanto los estigmas y tabúes que se relacionan con la menstruación dificultan el adecuado manejo de la higiene menstrual, al tiempo que alimentan las ideas equivocadas y prácticas discriminatorias de auto-cuidado, razón por la cual resulta física y emocionalmente más práctico permanecer en casa y no exponerse.

Contribuir a la autonomía de niñas y mujeres, mediante la inclusión de insumos sanitarios alternativos en sus prácticas cotidianas como la copa menstrual, constituye una vía para el desarrollo de la seguridad y la justicia en derechos sexuales y reproductivos.
La provisión de copas menstruales seguras junto a capacitación presencial y virtual respecto a su uso es crucial para sensibilizar a la comunidad sobre la naturaleza de la menstruación; mejor información permite naturalizar su manejo, desmentir los mitos y tabúes, y da herramientas para transformar las prácticas y costumbres que refuerzan las brechas de género respecto de un evento común a todas las mujeres que impactará un tercio del tiempo de su ciclo de vida.

De allí que estos esfuerzos se focalicen en la población joven, mujeres afrodescendientes, indígenas y migrantes en condición irregular, ubicadas en las zonas con los índices más bajos de desarrollo socio-económico de Colombia, donde las dificultades para la adquisición de insumos sanitarios refuerzan los estigmas sobre la concepción de la feminidad, atentan contra su dignidad y reducen las oportunidades para la equidad.

 La copa en mi

Se fabrica en silicona quirúrgica, látex o plástico quirúrgico lo que garantiza que la temperatura corporal se conserve y se reduzca el riesgo de que se presenten reacciones inflamatorias o alérgicas; es básicamente un contenedor que se introduce en el conducto vaginal (al igual que los tampones) en el que la sangre se deposita, pero no se absorbe como en los productos de algodón y se vacía de acuerdo a la intensidad del sangrado.
No es nueva, existe hace más de un siglo, su uso se ha empezado a generalizar desde hace unos años en gran parte por los movimientos feministas que encontraron en ella la posibilidad de reivindicar la relación de la mujer con su cuerpo y su menstruación, así como por la exposición masiva en redes sociales de mujeres contando su experiencia; demostrando como han aprendido a usarla, sus temores, las dificultades más comunes que se presentan, pero sobre todo las muchas ventajas que tiene.

Uno de los trabajos de mayor repercusión a nivel mundial ha sido el de Diana Fabiánová (directora de cine) quien junto a Mona León Siminiani y Marion Doussot (guionistas) crearon el documental La Luna en Ti (2009) donde se exploran los mitos, el sentir de niñas y adolescentes frente a la menstruación y la dicotomía que experimentan frente a un tema que puede ser doloroso, liberador, extraño, íntimo, motivo de celebración o preocupación al mismo tiempo.

Documental Monthlies: La Luna en Ti para Adolescentes de Diana Fabianova

<<…en estos cuentos el personaje protagonista, la jovencita, debe superar su miedo a la sangre para poder llegar a ser una mujer y alcanzar la madurez biológica y psicológica requeridas para criar y dar a luz, y nosotros existimos gracias a esta madurez y a la menstruación. >>
Dusan Fabián, Psicólogo

 En 10 años una mujer usará 2.600 toallas higiénicas o 1 copa menstrual

La copa menstrual es un método de higiene eficaz, económico y seguro; amigable con el medio ambiente en comparación con los métodos tradicionales (toallas sanitarias, tampones o materiales improvisados) que generan afectaciones en la salud de las usuarias, como por ejemplo el síndrome del shock tóxico asociado al uso de tampones superabsorbentes.

Se estima que una mujer a lo largo de su vida reproductiva puede hacer uso de unas 13.000 a 15.000 toallas o tampones que a su vez tienen componentes de algodón, plásticos y blanqueadores químicos.

Estas cifras demuestran la carga económica que conlleva su uso mes a mes, el impacto que se ha demostrado tiene en la salud a largo plazo y, por supuesto, la huella ecológica que inevitablemente produce.

Con estas alarmantes cifras no se puede ser indiferente frente a un tema de tan grave impacto para la vida, la salud y la sostenibilidad, nuestro compromiso frente a la salud sexual y reproductiva de niñas y mujeres en Colombia nos motiva a iniciar esta campaña y a invitar a hacer uso de métodos alternativos que contribuyan al bienestar en el manejo de la menstruación.

 Cómo usar la copa menstrual

Inicialmente es importante adquirir la copa del tamaño adecuado. Existen principalmente dos tallas: S para mujeres menores de 30 años o que aún no tienen hijos y L para mayores de 30 años o que ya tuvieron hijos. Sin embargo, hay marcas que ofrecen tres o cuatro tallas más específicas de acuerdo a la etapa de cada mujer.

Por estar hecha de materiales flexibles se puede doblar y eso facilita su inserción, luego que la copa se introduce se abre dentro de la vagina creando un vacío que evita las fugas. Al momento de retirarla es importante romper ese vacío presionando la base de la copa con los dedos y jalando hacia fuera.

Cada cuánto se debe desocupar la copa dependerá de la cantidad de sangrado y aquí es muy importante ser conscientes de cómo se comporta la menstruación en cada caso; en general las mujeres suelen tener sangrados fuertes o abundantes el primer o segundo día y necesitarán vaciarla cada 4 o 6 horas y los días posteriores puede durar más tiempo.

La limpieza es más sencilla de lo que se puede imaginar, si bien este puede ser un tema de preocupación al comienzo, la práctica ayudará a superarlo sin problema. La copa debe esterilizarse antes de cada menstruación, pero no se requiere un lavado cada que se vacía. Si tienes acceso a un lavamanos puedes limpiarla solo con agua ya que no se recomienda el uso de jabones. Otra alternativa es llevar al inodoro una botella de agua que facilite su limpieza al momento de desocuparla.

Lo que puede concluirse de manera general es que sí hay un requisito indispensable para usar la copa y es el autoconocimiento. Es muy importante conocer cómo funciona el sistema reproductivo femenino y por supuesto explorar su anatomía, tener presente que hay una etapa de aprendizaje que puede ser incómoda para algunas pero siendo pacientes se logra superar, y en caso de presentar molestias dolor o fugas informarse de las causas.

Otros recursos de interés sobre higiene menstrual

  1. La menstruación: desmontando el último tabú femenino, Karen Houppert, 2000.
  2. Desafíos de la menstruación en niñas y adolescentes de comunidades rurales del pacífico colombiano.Liany K. Ariza-Ruiz, María J. Espinosa-Menéndez, Jorge M. Rodríguez-Hernández, Rev. Salud Pública. 19 (6): 833-841, 2017.
  3. CARTILLA Higiene menstrual en niñas de escuelas rurales del Pacífico Colombiano, UNICEF, 2017.
  4. Puberty Education & Menstrual Hygiene ManagemenUNESCO, 2014.
  5. Menstruapedia comic, Guía para niñas sobre el periodo menstrual.
  6. El Tabú de la menstruaciónpor Diana Fabianova en TEDxBratislava 2013.
  7. Una manera libre de tabú para hablar del periodopor Aditi Gupta en TEDxGatewayWomen.
  8. Síndrome de choque tóxico, Clínica Mayo. Consultado en 2 junio de 2020
  9. La colombiana que ‘hackeó’ la toalla higiénica para cambiar la vida de las niñas en ÁfricaCNN, 2016.
  10. Lammily la muneca antibarbie que tiene acne y celulitis ahora le llega el periodoCNN, 2015.
  11. La menstruación, preguntas frecuentesUNFPA, mayo 2020.
  12. Nueve cosas que usted debe saber sobre el periodo menstrual y la pandemia por COVID-19, UNFPA, mayo 2020.
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«Yo les digo a ellas que no tengan pena con el doctor, yo tuve 8 hijos y hasta ahora sé que era por pena de que el doctor vea el cuerpo, pero ya sé que es normal que el médico examina el cuerpo, les digo que no pasa nada y que se pongan aparato para que echen para adelante

María Isabel 44 años, madre de 8 hijos.

Por Lady Alba[1]

Charlando sobre igualdad de género

El sol era picante a media mañana en Charras, una vereda en el departamento de Guaviare a la que se llega desde Bogotá luego de 2 horas de avión y 5 en automóvil. La zona por años estuvo fuertemente azotada por la guerra entre los paramilitares y la guerrilla, hoy es sede de uno de los 24 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) pactados en los acuerdos de paz con las FARC.

El médico y la enfermera que asistían la brigada de salud se apresuraban a adelantar la atención de las excombatientes, pues la líder de género había anunciado que hacia el mediodía llegaría un grupo de mujeres indígenas que debían ser atendidas antes de caer la tarde y ese era el último de 3 días de brigada.

Prontamente, acercándose al aula del ETCR, se sintieron los pasos de niños y mujeres indígenas en compañía del capitán del resguardo de la etnia Sikuani[2] de Caño Negro, quien hizo su pedido claro y contundente: “no queremos charla, sino atención a los niños y poner la planificación para las mujeres”; para respetar sus creencias y entender un poco de su cosmovisión le preguntamos si no había problema al poner un método anticonceptivo a las mujeres, a lo que él respondió: “cada mujer y su marido deciden lo que quieren”. 

Ya con la seguridad de que el capitán del resguardo no sería un opositor de la anticoncepción, entre las mujeres alguna con mayor empatía para que nos apoyara a trasmitir con más claridad la información sobre los servicios que podíamos ofrecerles en la brigada.

Rápidamente, María Isabel Martínez resalta por su liderazgo entre el grupo. Así que luego de colaborar con la hidratación y organizar los turnos de atención, se sentó como observadora de los juegos educativos y de alguna manera motivaba a los suyos a integrarse.

María Isabel sonreía mientras hablaba con sus hijas. De repente, nos hizo una señal y lo que al parecer sería una pregunta resultó en una charla de una hora, en la que a través de su historia, habló de lo que representa la planificación familiar para la igualdad de género, la educación y la economía de la familia.

En sus palabras dejaba ver el gran interés que tiene en que sus dos hijas menores tengan las oportunidades que no tuvieron sus hijas más grandes, ni ella en sus 44 años de vida.

Brigada de salud reproductiva en Guaviare

 

«Usted no está sola»

“¿Es muy pequeña para ponerse el implante?” preguntó María Isabel refiriéndose a su hija de 13 años, y continuó diciendo “a ella me la pidieron en matrimonio desde los 10 años, pero yo dije que no porque es muy joven. Hace poco un muchacho blanco de 17 años también la buscó. Entonces le dije: mamita no puede tener novio escondida porque es muy malo, si usted pasa lo que le digo es que le doy juete, porque hay que hacer caso a la mamá y usted no está sola, primero tiene que estudiar (…) Si ella embaraza y los papás no han dado el permiso el hombre no responde por ella”.  

Después de escucharla preguntamos ¿Entonces quieres que hablemos con tu hija para saber si ella necesita el implante?, María Isabel respondió muy segura “no todavía no porque ella es muy niña, más adelante sí, cuando ella tenga novio, ahora yo cuido. Para mis otras tres hijas sí quiero, yo las traje hoy porque las dos grandes ya tienen dos hijos, sus esposos están enojados pero yo quiero mis hijas, por eso les digo que se pongan pilas y a ponerse aparato en el brazo. Lo que más me preocupa es que tengan más niños y no tienen comida, ni ropa; mis hijas son muy jóvenes, solo estudiaron la primaria porque tienen que cuidar hijos y esposo.

Pero eso no lo quiero para la chiquita, ni tampoco para mi hija de 16 años que se enamoró y se casó a los 15 años a solo un año para terminar el colegio, yo la llevé un día para poner el aparato y que no tenga hijos, porque yo sé que puede recibir diploma como mis hijos varones. Ellos tienen 23 y 25 años, y el día más feliz de mi vida fue cuando el mayor recibió diploma de bachiller.”

árbol genealógico de los 8 hijos de María Isabel

La anticoncepción cambia vidas

Cuando María Isabel nos contó sobre sus hijos e hijas notamos las frases recurrentes en su discurso “estudio primero” (…) “ponerse el aparto”.  Hoy es muy consciente de que para sus hijas menores hay mejores alternativas a vivir un embarazo adolescente: “Si mi hija no tiene niños como las otras seguro puede terminar el colegio también. Yo les digo a ellas que no tengan pena con el doctor, yo tuve 8 hijos y hasta ahora sé que era por pena de que el doctor vea el cuerpo, pero ya sé que es normal que el médico examina el cuerpo, les digo que no pasa nada y que se pongan aparato para que echen para adelante”. 

La felicidad que le produjo el grado de sus hijos varones, también le permitió reconocer el poder y la libertad que da a las personas la posibilidad de decidir cuándo y cuántos hijos tener, ella no tuvo esa opción pero ha vivido lo suficiente para ver crecer a sus hijos y notar las diferencias en oportunidades económicas y educativas que tuvieron los varones en contraste con las limitaciones que tuvieron sus primeras hijas mujeres.

En su sabiduría también reflexionó sobre cómo las mujeres de su comunidad no son capacitadas para ejercer como capitanas del resguardo porque se convertían en esposas siendo niñas, luego madres dedicadas al hogar y los hijos.

Y ahora con sus hijas adolescentes ese día en la brigada de Charras ella iba a poder  cambiar el destino de sus dos hijas menores motivándolas a ponerse un implante anticonceptivo, como ella lo dijo en sus palabras: “es que no hay que tener miedo, ni hacer caso al hombre si no quiere, lo importante es lo que usted quiere y si quiere estudiar toca ir donde el médico para que ponga el aparato”.

Este acercamiento a la comunidad ha sido posible gracias a los recursos del Foro de Mujeres y Desarrollo – FOKUS y la gestión de Fundación Oriéntame en el marco del proyecto «Autonomía reproductiva, un camino hacia la paz».


[2] El pueblo Sikuani es una de las 102 comunidades indígenas de Colombia, habitan en los llanos orientales de y algunas regiones de los estados de Amazonas y Apure en Venezuela.

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Enfoque de género ¿Por qué importa?

Enfoque de género ¿Por qué importa?

El concepto de Género en la construcción de una sociedad más justa y democrática.

Por Angélica Lorena Londoño*

 

Comprender el concepto de género y equidad de género, permite avanzar hacia un mundo más justo, en el que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades y sean libres de participar en diferentes espacios sin ningún tipo de discriminación, lejos de lo que socialmente se ha definido que “deben” hacer las mujeres o los hombres (roles); y con la plena satisfacción frente al ejercicio de sus derechos.

 

El género no es sinónimo de mujer.  Si bien es cierto, la historia marca el surgimiento de este concepto a partir de movimientos feministas a través de los cuales las mujeres invitaron a reflexionar ante las posiciones discriminatorias, las cuales no podían ser justificadas desde las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y la supuesta inferioridad en capacidades producto de esas diferencias; no quiere decirse con esto que, cuando se atañe al concepto de género, se haga referencia exclusiva a las mujeres.

El término género nos concierne a todos, involucra a hombres y mujeres al igual que implica la atención de otras categorías como la edad, la etnia, la orientación sexual, la discapacidad y situaciones como el desplazamiento forzado, el conflicto armado, entre otras.

En este sentido, se reconoce la diversidad y heterogeneidad de las mujeres y de los hombres, lo cual guarda relación con el concepto de equidad de género, en tanto que implica el reconocimiento y valoración de dicha diversidad y la posibilidad de brindar un trato igualitario en tanto sujetos de derechos, y diferenciado desde sus propias necesidades.

Se entiende por “Género” a los conceptos sociales frente a las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres[1].  Esto quiere decir que, socialmente se han asignado una serie de roles que marcan lo que se espera frente al comportamiento del sexo masculino y el sexo femenino, lo cual se enseña desde temprana edad y se construye a través de la sociedad y la cultura.

Tradicionalmente, se atribuyen a las mujeres roles pasivos, de cuidado de los otros, de mayor sensibilidad y básicamente se espera que sean madres y esposas y se remitan al ámbito de lo privado, mientras que a los hombres se les atribuye la actividad, el poder, la fuerza y el rol de proveedores y se les otorga el ámbito de lo público[2].

Cuando se asume que hombres y mujeres deben comportarse de acuerdo con los roles que se les han atribuido, se pueden presentar inequidades dadas las diferencias en las funciones que a cada uno de estos grupos le han sido asignadas por la sociedad, y adoptar posturas discriminatorias cuando el comportamiento no es coherente con lo que se esperaría de cada sexo, o cuando se considera que una persona por el hecho de ser mujer u hombre, no está en la capacidad de realizar ciertas actividades o de acceder a determinadas oportunidades.

Esta postura frente a los roles de hombres y mujeres que se ha construido a través del tiempo, y ya que en su mayoría recae negativamente en el sexo femenino, ha generado situaciones de inequidad en las cuales las mujeres se han visto principalmente afectadas y con la necesidad de movilizarse para generar un cambio.

Por esta razón, la perspectiva de género tomó fuerza en los años 70’s a través de movimientos feministas que reclamaron por la igualdad y la no discriminación en razón del sexo y del género, cuya finalidad más allá de dar cuenta de una realidad injusta, fue promover una transformación que lograra erradicar las inequidades que se presentaban entre hombres y mujeres.

La perspectiva de género implica una transformación social de fondo para la búsqueda de condiciones de equidad, donde hombres y mujeres tengan la libertad de ejercer sus derechos y de construir contextos para el reconocimiento de las desigualdades, acogiéndose a los marcos normativos, políticos y socioculturales que han evolucionado en materia de reconocimiento de derechos, interiorizando comportamientos, prácticas y costumbres incluyentes y respetuosas de la diferencia.

En este sentido, la perspectiva de género tiene que ver con la postura que se adopta para el análisis de las situaciones, que desde un punto de vista sistémico, se relacionan con el género, tales como variables económicas, políticas, sociales, etc., y también variables que constituyen la definición de género en sí, como la orientación sexual, identidad de género, entre otras.

Por su parte, el enfoque de género centra la atención en las condiciones necesarias para garantizar derechos de acceso a bienes y servicios de la sociedad con justicia e igualdad. En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo El Cairo, en 1994[3], se hizo énfasis en la importancia de eliminar las brechas entre hombres y mujeres y de propender por la igualdad de género, para que ambos puedan tener acceso a oportunidades que les permitan la plena efectividad de sus derechos.

Esto indica que debe haber imparcialidad en el trato que reciben mujeres y hombres de acuerdo con sus necesidades, ya sea con un trato igualitario o con uno diferenciado pero que se considera equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades[4].

Cuando se garantice que el enfoque de género trasciende a todos los ámbitos en los que se desarrollan las personas, se podrán detectar oportunamente factores de desigualdad discriminación y violencia, y movilizar acciones para transformar las situaciones que perpetúan esas inequidades, en procura de la construcción de identidades femeninas y masculinas que no se basen en los comportamientos que socialmente se le han asignado a hombres y mujeres, sino que se genere una distribución justa de los roles, para la construcción de una sociedad más equitativa y democrática.

En este sentido entender que, si bien es cierto, la historia ha marcado una pauta frente a lo que es socialmente admitido en cuanto al comportamiento de los hombres y las mujeres; es deber de todos incorporar en los diferentes espacios de socialización los conceptos de perspectiva de género y equidad de género, que permiten identificar obstáculos que impone la sociedad y que generan inequidades, para transformar y ofrecer una mirada incluyente tanto a hombres y mujeres desde sus intereses, necesidades y prioridades, posibilitando la participación de todos los seres humanos para la construcción de ciudadanía y el goce de condiciones para el beneficio común, principalmente en el ejercicio de sus derechos.

 

 * Autora invitada. Psicóloga, Universidad Santo Tomás. Candidata a Magíster en Salud Sexual y Reproductiva, Universidad el Bosque.


[1] Género y salud Organización Mundial de la Salud – OMS, 2018.

[2] Perrotta G. La perspectiva de género en salud sexual y reproductiva. Memorias del II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVII Jornadas de Investigación y Sexto Encuentro de Investigadores del MERCOSUR: Contribuciones a las Problemáticas Sociales. Argentina: Facultad de Psicología – UBA, Secretaría de Investigaciones, 2010.

[3] Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo. El Cairo. 1994.

[4] Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola FIDA. Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola FIDA. En línea 2017, disponible en: http://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digital- library/cdis/Iguldad%20de%20genero.pdf

 

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Claves para hablar de sexualidad con adolescentes

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Por: Erika Marín Tarazona*

Las decisiones sexuales y reproductivas transforman la vida de las personas. Es importante hablar de sexualidad con adolescentes porque entre más pronto se cuenta con herramientas cognitivas, emocionales y sociales para su ejercicio, mayor desarrollo del potencial humano.

 

Problemáticas como la epidemia de VIH, el embarazo no deseado entre otras, señalan la necesidad de hablar de sexualidad con adolescentes y fortalecer la capacidad de que tienen para disminuir riesgos, y a la vez, ganar autonomía y responsabilidad, sin sacrificar el disfrute o el bienestar personal. Esta necesidad se evidencia en las dificultades de las familias para tratar aspectos relacionados con la sexualidad, es sentida por los profesionales que trabajan con esta población, y es parte de los desafíos que enfrentan las instituciones en materia de políticas públicas.

 

Educar para la sexualidad supone un encuentro entre dos o más personas que se aproximan cada una con sus subjetividades, su historia de vida e ideas preconcebidas. De esta manera, quienes eduquen para la sexualidad deben tener varias claridades al introducirse en este campo: cómo ven su propia sexualidad y cómo se relacionan con las demás personas; desde qué línea conceptual comprenden la sexualidad, la adolescencia y la educación; qué aspectos de sus vidas pueden interferir en la labor profesional y cuál es la intención con la que dirigen los procesos de intervención. A continuación, algunas reflexiones al respecto:

 

 ¿Cómo relacionarse con las demás personas?

Para hablar de sexualidad con adolescentes es importante que quienes asuman esta labor conciban a las demás personas sexuadas, portadoras de conocimiento, con capacidad de respuesta y decisión,  con derechos sexuales, reproductivos y humanos, en continuo proceso de aprendizaje y desarrollo. Las personas jóvenes y adolescentes, pese a que, en algunos casos,  dependen legalmente de la tutoría de los adultos, se enfrentan en la cotidianidad a situaciones que les implica la toma de decisiones en las que sólo ellas tienen injerencia, incluyendo las relacionadas con la sexualidad.

Resulta clave acercarse a los grupos de adolescentes reconociendo su integridad, con respeto y cuidado, así como con derecho a recibir una orientación clara, completa y científica respecto a su sexualidad. Esto requiere un lenguaje incluyente, que evite los sesgos y sea comprensible. Además, resulta fundamental escuchar y estar atento a sus necesidades.

¿Y la sexualidad?

En concordancia con lo anterior, quien asuma el rol educativo debe comprender la sexualidad desde una perspectiva de desarrollo humano, de esta manera, se relaciona con factores como la cultura, la familia, el ambiente social, político y económico en el que viven los adolescentes (1). Teniendo en cuenta esto, se entiende que no hay una única forma de comprender, sentir y experimentar la sexualidad, sino tantas como personas hay.

¿Y cómo se educa para la sexualidad?

Sumado a que jóvenes y adolescentes son personas competentes y que la sexualidad es un aspecto integral de su humanidad, la educación debe ser concebida como un espacio de inclusión, participación y liberación en el que cada quien desarrolla sus potencialidades. Se educa mediante la promoción y el cuidado de la salud, con formas que sean comprensibles para cada persona. Para el caso de la adolescencia, se pueden vincular diversos medios de aprendizaje: el acompañamiento, la escucha, el juego, las tecnologías de la información, las asesorías personales, la divulgación de información con base científica, las salidas de campo, entre otras formas. Y así, diversos son los espacios propicios y válidos para la educación, es posible aprovechar las consultas médicas, la escuela, los encuentros dados en el marco de programas y proyectos específicos en sexualidad, las escuelas culturales o deportivas y la familia, entre otros.

La educación para la sexualidad se puede abordar desde los ámbitos individual, familiar, grupal o comunitario. En cada uno de estos se deben crear alternativas que promuevan la confianza y la confidencialidad, dando respuesta a las necesidades específicas de las personas en cuestión.  De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, en su propuesta de consejería para jóvenes en el área de la salud sexual y reproductiva, la orientación se entiende como un encuentro en donde el proveedor actúa como facilitador de cambios de comportamiento, ayudando al joven a resolver un problema en una atmósfera comprensiva (2). Así mismo, los Servicios de Salud Amigables para Adolescentes y Jóvenes propuesto en Colombia por el Ministerio de Protección Social se orientan a brindar herramientas para que la población adolescente resuelva sus necesidades en materia de salud sexual y reproductiva, mediante el acceso a servicios de salud en un marco de altos estándares de calidad (3).

La importancia de los modelos educativos o de crianza sobre los que se constituye la adolescencia radica en que resultan decisivos para su desarrollo como sujetos. Una crianza basada en el análisis crítico, la comunicación, la posibilidad de elegir y la valoración propia, entre otras características, seguramente estará reflejada en una fuerte capacidad de las personas para negociar y decidir en el ámbito de la sexualidad. Shutt y Maddaleno plantean que “la educación y las habilidades conllevan un aumento en el poder y control… lo que permite a los jóvenes tomar decisiones que generan resultados más saludables”(4). Por el contrario, un esquema fundamentado en la represión, sumisión y más aún el maltrato o el abuso, pueden lacerar significativamente las competencias de las personas.

Además de los aspectos que se han enunciado, se hace fundamental que las personas interesadas en constituirse como agentes educativos se preparen para este trabajo; formar requiere de un amplio manejo de conceptos relacionados con la salud sexual, tales como derechos, erotismo, enamoramiento, elección de pareja, género, diversidad sexual, masturbación, genitalidad, fecundidad, afecto, manejo de crisis, entre otros temas de interés para la población adolescente. Así mimo, requiere la permanente revisión del propio esquema, es decir, ubicar cómo individualmente se comprende, siente y experimenta la sexualidad, para  mantener una posición neutral, evitando los prejuicios al momento de una orientación personalizada o en el manejo de una sesión grupal.

¿Cuál es el horizonte de la formación para la sexualidad?

Educar para la sexualidad es un proceso intencionado. Por eso debe tener un foco, un objetivo que se quiere alcanzar y una ética. De esta manera, se educa para la sexualidad de diversas maneras, las religiones, las familias, los medios de comunicación, las instituciones de salud, entre otros, son referentes en salud sexual, con su propia versión de lo que debería ser y de cómo ejercer la sexualidad. En este sentido es fundamental promover una perspectiva de derechos, desde la cual se considera que los procesos de formación deben estar orientados a superar los tabúes que pesan sobre la sexualidad, además deben enfocarse a que las personas sean expertas de sí mismas, identifiquen y manejen sus emociones y posean herramientas para tomar decisiones.

Se concluye que quienes decidan constituirse en referentes en salud sexual y reproductiva, deben tener apertura a las personas que quieran confiar sus inquietudes y problemas de la vida, sin dejarse influenciar por los prejuicios. Además, deben tener claro que su trabajo consiste en acompañar a las personas en su proceso de aprendizaje, para lo cual es necesario revisar el propio esquema de valores y actitudes, esto inclusive puede implicar algunas veces cuestionar los principios o políticas de las instituciones en las que se labora.

Por último, se propone que los procesos  de  educación para la sexualidad deben manejar un componente de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, de manera que faciliten prácticas de cuidado y protección. Los profesionales que atiendan estos servicios deben recibir capacitación enfocada a comprender especialmente las características y las necesidades de la población adolescente y conocimiento de la infraestructura de servicios para remitir cuando estas necesidades rebasen sus roles como educadores.

 

Referencia bibliográficas

1. Shutt-Aine, Jessie., Maddaleno, Matilde. Salud sexual y desarrollo de adolescentes y jóvenes en las Américas: Implicaciones en programas y políticas. Organización Panamericana de la Salud, 2003. Pág. 72.
2. Organización Panamericana de la Salud. Consejería orientada en los jóvenes para prevenir VIH/ITS y para promover la salud sexual y reproductiva: Una guía para proveedores de primera línea. Washington D.C. 2005. Pág. 184.
3. Ministerio de la Protección Social. Servicios de Salud Amigables para Adolescentes y Jóvenes. Un modelo para adecuar las respuestas de los servicios de salud a las necesidades de adolescentes y jóvenes de Colombia. Bogotá. 2008.
4. Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Editorial Siglo XXI. 2005.

 

 

*Trabajadora Social – Universidad Nacional de Colombia
Candidata a Magister en Salud Sexual y Reproductiva – Universidad El Bosque

 

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Los hallazgos de la ENDS 2025 sobre acceso al aborto legal en Colombia ofrecen una radiografía de los retos que aún persisten en el sistema de salud colombiano. Y nos permiten reflexionar sobre lo que aún falta por avanzar en términos de equidad, información y...

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Machos en Bogotá, masculinidades afirmativas para la paz

Nuevas y creativas maneras de relacionarnos más allá de los roles tradicionales en torno a lo masculino y lo femenino, son una oportunidad para la paz en un país que empieza a vivir los tiempos del fin de la guerra.

Producción del Instituto de estudios sociales contemporáneos (IESCO) de la Universidad Central en alianza con la Fundación Oriéntame.

Proyección Eleven producciones

Teatro Faenza Bogotá, noviembre de 2016
Derechos reservados

Jóvenes construyendo caminos

Este breve video relata la experiencia de tres jóvenes que al terminar el ciclo de educación básica secundaria tenían dificultades económicas para continuar estudiando.

Hoy con su testimonio de superación y esperanza Luisa, Yeimmy y Brayan beneficiarios del Programa Ayuda a la Niñez, nos cuentan cómo más jóvenes también tendrán la oportunidad de cumplir sus metas.

 

© Fundación Oriéntame – 2016